lunes, 23 de febrero de 2015

Filosofia: Leonardo Da Vinci - Aforismos - Parte 6 - Astronomia - Geologia (33 aforismos) - Links a mas Filosofia




Astronomía
           205.- Afirman algunos escritores que las estrellas tienen luz propia, alegando que, si Venus y Mercurio no la tuvieran tal, cuando esas estrellas se interponen entre nuestros ojos y el sol, oscurecerían una parte del sol igual a sus tamaños aparentes. Pero esto es falso, por cuanto está probado que un cuerpo sin lumbre colocado frente a otro luminoso, queda rodeado y cubierto todo por los rayos laterales del resto de dicho cuerpo luminoso, y permanece, por consiguiente, invisible. Así se comprueba cuando se mira el sol a través de las ramificaciones de un árbol de hojas muy separadas unas de otras. Las ramas del árbol no interceptan entonces parte alguna del sol a nuestros ojos.
           206.- Lo mismo ocurre, pues, con los mencionados planetas, los cuales, aunque privados de luz propia, no ocupan, según lo dicho, ninguna parte de sol para nuestros ojos.


Geología

           207.- La Tierra es una estrella. Gracias a la esfera acuosa que la envuelve en gran parte, resplandece en el universo como un simulacro del  y a la manera de todas las demás estrellas de cuyo conjunto forma parte.
           208.- Nada nace donde no hay vida sensitiva, vegetativa o racional. Nacen las plumas sobre el cuerpo de las aves y cambian todos los años. Los pelos crecen sobre a piel de las bestias y cambian también todos los años, salvo en alguna parte, como en las barbas de los leones, gatos y otros animales semejantes. Nacen las hierbas sobre los prados y las hojas sobre los árboles, y en gran parte se renuevan todos los años. Podremos, pues, decir que la Tierra tiene alma vegetativa y que su carne es el suelo, sus huesos los órdenes y agregaciones de las rocas que forman sus montañas, sus tendones las tobas, su sangre las venas de agua. Podremos igualmente decir que al lago de sangre que rodea el corazón corresponde el mar océano; que a la respiración y a las palpitaciones del pulso con el crecer y decrecer de la sangre, corresponde en la Tierra el flujo y reflujo del mar; que el calor del alma del mundo es el fuego oculto en su interior, y, fin, que el alma vegetativa reside en el mismo fuego que en diversos lugares del globo caldea el agua de los baños termales y se muestra en sulfataras y volcanes, en Mongibello de Sicilia y en bastantes sitios más.
           209.- Los cursos subterráneos del agua, así como los que se deslizan entre el aire y la tierra, desgastan y profundizan constantemente sus lechos.
           210.- La tierra que arrastran los ríos se descarga en su desembocadura, es decir, que esa tierra, arrancada de la parte superior de su curso, se deposita en los últimos bajíos de su carrera.
           211.- Donde abunda el agua dulce en la superficie del mar, es seguro presagio de la creación de una isla, que se descubrirá tanto más tarde o tanto más temprano, cuanto menor o mayor sea la cantidad de agua que surge.
           212.- Y una isla se formará también por la acumulación de tierra o de rocas descompuestas, causada por un curso subterráneo de agua en los sitios en que se detiene.
           213.- Empieza por la definición del ojo.
           214.- Mostrarás después cómo el centelleo de las estrellas tiene su causa en el ojo, y por qué ese centelleo es más pronunciado en unas que en otras, y de qué modo los rayos de la luz estelar afectan el ojo. Agrega después esta observación: que si el centelleo proviniera de las estrellas, como aparentemente ocurre, su dilatación se igualaría al cuerpo de cada estrella; si ésta fuera mayor que la Tierra, resultaría que tal movimiento instantáneo sería, aun entonces, bastante veloz para redoblar la magnitud de la estrella; prueba después cómo la superficie del aire en los confines del fuego y la superficie del fuego en su extremo, es la misma en que los rayos solares, penetrándola, tienen semejanza con los cuerpos celestes: de gran dimensión, cuando salen o se ponen, y pequeños cuando se hallan en el medio del cielo.
           215.- Si miras las estrellas libres de toda irradiación (lo que puede conseguirse observándolas a través de un pequeño agujero hecho con la punta de una aguja delgada y colocado casi tocando el ojo), comprobarás que ellas son de tan mínimas dimensiones que nada menor puede concebirse.
      La gran distancia que nos separa de las mismas es realmente la causa de su proporcional disminución, por más que muchas de esas estrellas sean de magnitud infinitamente superior a nuestra Tierra.
           216.- Que la Tierra no está en el centro de la órbita del Sol ni en el centro del mundo, sino en medio de sus elementos, a ella unidos y que la acompañan; y que, a un observador colocado en la Luna cuando ella y el Sol están debajo de nosotros, esta nuestra Tierra con su elemento acuoso, parecería hacer el oficio que hace la Luna para nosotros.
           217.- La yema del huevo está en medio de la clara, sin caer de ningún lado. Ella es o más ligera, o más pesada, o de igual densidad que la clara. Si es más ligera, debería elevarse sobre toda la clara y detenerse cuando estuviera en contacto con la cáscara; si fuera más pesada, debería  descender; y si fuera de igual peso podría estar en uno de los extremos, como en el medio o más abajo.
           218.- El movimiento de los cuerpos pesados hacia el centro común no tiene por causa el propio deseo de llegar a ese centro, ni una atracción semejante a la del imán ejercida por el centro sobre los cuerpos.
           219.- ¿Por qué el peso no permanece en su sitio?
           220.- ¿Por qué no está dotado de resistencia?
           221.- ¿Y hacia dónde se moverá?
           222.- Se moverá hacia el centro.
           223.- ¿Y por qué no seguirá otra línea?
           224.- Porque el peso, desprovisto de resistencia, descenderá por el camino más corto al centro del mundo, que es el sitio más bajo.
           225.- ¿Y cómo sabrá hallarlo y con tanta brevedad?
           226.- Porque no tendrá que ir, como lo haría un ser animado, vagando primero por diversas líneas.
           227.- Fin del mundo: Quedando el elemento acuoso, rodeado por las riberas siempre más altas de los ríos y el mar reducido gradualmente por la invasión de las tierras, el aire circundante que cubría la masa reblandecida de la Tierra -mantenido entre el agua y el fuego-, se verá privado del agua necesaria y con su volumen muy reducido. Los ríos perderán su caudal, el fértil suelo dejará de brotar sus gráciles frondas, los campos perderán el adorno de las plantas renovadas; los animales, no encontrando frescas hierbas que pacer, morirán; faltará la comida a las bestias rapaces: leones, lobos y otros animales que viven de la caza; y los hombres, agotados todos los expedientes, perecerán al fin, desapareciendo de la Tierra el género humano. Abandonada así la fértil y fructuosa Tierra, se tornará estéril y árida. No obstante, gracias al humor acuoso (encerrado en su vientre), y por obra de la vivaz naturaleza, continuará manifestando algo de su virtud productiva, hasta que, desaparecida la acción del aire sutil y frío, el fuego la consuma; su superficie se cubrirá entonces de cálidas cenizas, y éste será el fin de la vida terrestre.
           228.- El litoral gana terreno avanzando constantemente hacia el medio del mar. Los escollos o promontorios se desmoronan y desgastan continuamente. Los mares interiores expondrán al aire sus fondos y sólo reservarán un canal para el río más caudaloso, que lo atravesará corriendo al océano a derramar en él sus aguas, junto con las de todos sus afluentes.
           229.- ¡Oh tiempo, rápido devastador de las cosas creadas! ¡Cuántos reyes, cuántos pueblos has hecho desaparecer, cuántas mutaciones, cuántos diversos casos han ocurrido, desde que la maravillosa forma de este pez, muerto aquí en las cavernosas y retorcidas entrañas... y ahora, consumido por el tiempo, yace inmóvil en este oculto lugar, con los huesos descarnados y desnudos, convertido en armadura y sostén del monte superpuesto!
           230.- Los mariscos son animales cuyo esqueleto es exterior. (Citado por Humboldt.)
           231.- Como los acontecimientos son mucho más antiguos que las letras, no es de extrañar que no haya llegado a nuestra época noticia escrita que nos haga saber cómo el mar ocupó en otros tiempos tantos países; y si, con todo, alguna escritura aparecía, las guerras, los incendios, las inundaciones, los cambios de lenguas y de leyes, han destruido toda la Antigüedad; pero bástennos los testimonios que nos da el hecho de encontrarse hoy cosas provenientes de aguas saladas, en altos montes alejados de los mares de entonces.
           232.- Hay quienes afirman que los mariscos fósiles provienen de animales nacidos por un influjo astral a gran distancia del mar, y que ese influjo astral hizo apto para crear animales fósiles el lugar en que nacieron.
           233.- A ellos hay que responder que, si se admitiera, semejante influjo, sería a condición de no hallarse juntos sino animales de la misma suerte y edad, y no (como se observa) viejos con jóvenes, algunos provistos de cubierta (testáceos) y otros sin ella, unos rotos y otros enteros. Tampoco debieran, encontrarse algunos de estos mariscos fósiles llenos de arena de mar o de fragmentos grandes o chicos de otros mariscos. Ni veríamos el aparato bucal de un cangrejo sin el resto de su cuerpo; ni mariscos de otras especies prendidos a ellos en forma tal que parecen  haber atacado su corteza o cubierta, sobre la cual se conservan vestigios semejantes a los que deja el teredo en la madera roída por él; ni  aparecerían finalmente, entremezclados con esos mariscos, huesos y dientes de pescado en forma de saetas o de lenguas de serpiente, y miembros de diversos animales: todo lo cual nos obliga a reconocer que los tales mariscos fósiles fueron arrojados del litoral marítimo.
           234.- Si dijeras que los mariscos fósiles que se ven en los confines de Italia, en nuestros tiempos, lejos del mar y a gran altura, están allí por causa del diluvio bíblico, te contestaré que, creyendo tú que el tal  diluvio, superó en siete codos al monte más alto -como escribió el que lo midió-, esos mariscos, que siempre están vecinos a las costas del mar, debieron quedar sobre las montañas y no tan cerca de su base y por capas a nivel.
           235.- Si dijeras que, siendo los mariscos amigos de vivir en la proximidad del borde del mar, cuando éste creció, aquéllos abandonaron su mansión primitiva para seguir la creciente hasta su máxima altura, responderíamos que los mariscos no son más veloces que la limaza, antes bien son más lentos, e incapaces de nadar, recorriendo por día tres o cuatro brazas; y que, por consiguiente, hubieran necesitado para ir del mar Adriático hasta Monferrato en Lombardía, a 250 millas de distancia, mucho más de los cuarenta días que menciona el que llevó la cuenta.
           236.- Si pretendieras afirmar que las ondas los transportaron, te contestaría que su peso les impide moverse, de otro modo que arrastrándose sobre el fondo; y si te niegas a concederme esto, tendrás que confesar por lo menos que ellos hubieran debido quedar en las cimas de los más altos montes o en los lagos que éstos encierran; como ser el Lago Mayor o los de Lario, Como, Fiésole, Perugia, etc.
           237.- En conclusión, la existencia de estos fósiles tan tierra adentro sólo se explica admitiendo que ellos nacieron en los sitios donde  ahora se encuentran.
           238.- Aclaremos, para terminar, la duda de si el diluvio acaecido en la época de Noé fue universal o no. Diremos las razones que demuestran que no lo fue. Según el relato bíblico, el diluvio consistió en una lluvia universal y continua que duró cuarenta días y cuarenta noches y elevó el nivel de las aguas seis codos por encima del monte más alto de la Tierra; y si efectivamente la lluvia fue universal, ella envolvió con sus aguas nuestra Tierra dándole una figura esférica. Pero una superficie esférica tiene todos sus puntos equidistantes de un centro, de donde resulta que el agua en las condiciones expresadas no podía moverse, porque el agua sólo se mueve descendiendo. ¿Cómo, pues, pudo el agua del diluvio escurrirse, si todo movimiento le estaba vedado, según acabamos de demostrarlo? A falta de razones naturales, hay que apelar al milagro para resolver la duda, o decir que el agua fue evaporada por el Sol.



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